En las tintas actuales, el principal problema de sostenibilidad viene provocado por los pigmentos. Aunque, como ya hemos dicho, estos ya no contienen materiales pesados, siguen proviniendo de productos químicos de origen fósil (petróleo, carbón…). Además, cuentan con una parte mineral (óxido de titanio, hierro…). Ninguna de estas dos fuentes es renovable. Por esta razón, el sector de las tintas está investigando y testando el uso de colorantes sostenibles de origen vegetal. El problema es que, a día de hoy, todavía no presentan una buena resistencia mecánica y su coste es muy elevado. De todos modos, hay que señalar que existen diferentes niveles de eficiencia ecológica dependiendo de la clase de pigmento que se aplique a las cajas de cartón. En el mercado existen algunos de más difícil eliminación y otros que presentan una menor dificultad. ¿A qué se debe esto? Básicamente, depende de su composición. Las normativas europeas son cada vez más estrictas, y las cantidades de pigmentos de difícil eliminación permitidas se van reduciendo de manera progresiva. Llegados a esta punto, debemos diferenciar entre los pigmentos que utilizan metales libres y de difícil eliminación, que son aquellos que utilizan un metal que forma parte de una molécula más grande de la que no se puede separar. Por ejemplo, el cobre es un metal de fácil eliminación, pero utilizado para la fabricación del pigmento azul su molécula queda absolutamente integrada y, por lo tanto, pasa a ser considerado “de difícil eliminación”.
Molécula pigmento azul